Todo esto se cuenta en Naviland, el musical que explica dónde viven los Reyes Magos. Nuestra amiga Mony, nos llevará en su sueño a Naviland.
Si, en su sueño porque para llegar a Naviland hay que ser un niño, o un mayor que aún tenga la ilusión y la imaginación de éste. Se llega soñando en la cama y se aterriza en él a través del camopuerto internacional de Naviland. Sólo existe una condición y es que para visitar Naviland es imprescindible que a la vuelta, no recordemos que hemos estado en él. Los niños desde sus butacas del teatro, formarán parte de la historia pues como en una ocasión dice villancico,el cartero Real, ellos serán aspirantes a viajar a Naviland. Pero hay una condición, cuando uno viaja a Naviland luego no lo podrá recordar: Son las normas….
Ambos argumentos son vitales en la sociedad actual, que vertiginosa corre a reemplazar todo aquello que es más efectivo sin caer en la cuenta que los MAYORES en su aspecto más genérico aportan valores totalmente insustituibles. La cuadratura del círculo es mensaje para las familias de disponer de “más tiempo juntos”. Nunca un juguete o el dinero será capaz suplantar el calor de los tuyos.
Naviland es un lugar que no se sabe muy bien donde está, si es muy grande o pequeño, si se encuentra en la vía láctea o en un agujero negro. En fin, nadie con certeza sabe dónde se encuentra pero todos sabemos que existe. Muchas son las personas que lo han visitado pero nadie recuerda como ir. Es una realidad en la que todos creemos pero al mismo tiempo es una incógnita. Poco se sabe de él, algunos dicen que tienen un vago recuerdo de haberlo visitado, aunque no recuerdan por qué dicen esto. Algunos cuentan que hay dos lunas que iluminan sin cesar, otros que está llena de torres muy altas de cristal. Claro, todo el mundo se apoya en la lógica, en las ciencias para saber la verdad. Nosotros hemos descubierto que precisamente esa era el error y por eso no dábamos en acertar con seguridad qué era Naviland… ““…Y es que Naviland existe. Es muy fácil de visitar. Precisamente nos ofuscábamos en preguntar a grandes sabios dónde se encontraba, a científicos concienzudos, que no eran capaces de encontrar la fórmula de localizarlo entre las estrellas…” “… Pero a nadie, NADIE, se le ocurrió preguntar a un niño…”